domingo, 24 de mayo de 2015

Escribamos la primer história



  No sé con que história comenzar, trato de hurgar en mi mente para encontrar una que sea alegre, o chusca; y creo que ésta es buena: la vez aquella que fuiste al Salón "Los Angeles" con tus amigos, a bailar. Era una noche especial, y estabas ya arreglado, vestías tus mejores galas, si, el trajecito aquel de dominguear, peinado a la moda de aquéllos días, con tu gran copete rocanrolero sostenido por media onza de vaselina. Tus zapatos ya viejitos pero tan bien boleados que parecían de charol; ¡como rechinaron con los trapazos finales!.  Y ya estando juntos todos los amigos y en la entrada del salón se dieron cuenta de que en la coperacha no habían logrado reunir el dinero suficiente para todas las entradas; y ya todos los bolsillos estaban vacíos. Entonces alguien propuso que uno de todos ustedes debía  entrar de "contrabando", -sí, pero ¿quién ?-  se preguntaban todos, entonces alguien dijo: - "pues Lalo"-  ¿y por qué yo? preguntaste entonces, y ellos dijeron que porque eras el más menudo.
   Una vez estando todos de acuerdo empezaron a fraguar el plan, y tenía que ser rápido porque la música comenzaba ya a sonar, y las muchachas todas tan bonitas y a la moda estaban entrando de prisa.
    Entonces fué que trataron de entrar en bola y tú haciendote chiquito para pasar inadvertido mientras todos trataban de entregar su boleto al mísmo tiempo para que no se notara que hacía falta una mano con un boleto, tuyos obviamente; pero no funcionó, pues uno de los corpulentos hombres de la puerta además de contar manos con boleto, también contaba cabezas y los echaron a todos para afuera.
   Bueno...la lucha se hizo. Estabas a punto de darte por vencido cuando alguien propuso meterte por una ventana. Al principio la idea sonaba descabellada, pero entre más lo pensaban, más sensata y facilita iba pareciendo.   Se dedicaron entonces a buscatr la ventana adecuada, y la encontraron; era una ventana alta y que daba en plena área de baile, y entonces  decidieron que la mitad de los muchachos permanecería afuera para ayudarte a trepar, y la otra mitad, entraría al salón para recibirte y disimular.   y asi lo hicieron, pero con lo que no contaban era con que los muchachos que entraron, comenzaron a encontrar amigas que estaban sedientas de baile y de inmediato los tomaron de pareja y no los dejaban ir, y mientras tanto, los muchachos de afuera ya te estaban ayudando a trepar por la ventana alta.   Lo que ayudaba bastante era la semioscuridad del recinto, pero tú perfectamente alcanzaste a ver a uno de los corpulentos empleados del salón que "escaneaba" con la mirada todo el lugar, y entonces hiciste la señal, y los amigos de afuera te impulsaron hacia adentro sin saber que no había nadie para cacharte.
Que suérte de tu siempre buena condición física, pero aunque caiste en cuclillas, en el furor del baile una pareja te aventó por allá lejos, y fuiste a dar a gatas entre la gente que bailando pisó los dedos de tu mano derecha, y que tú de inmediato te llevaste a la boca para darte un besito de sana sana, cuando de repente se te olvidó el dolor al ver entre todos esos zapatos de hombre de dos colores y zapatos de dama de tacón de aguja un hermoso relojito de oro que aún guardo en alguna de mis cajitas de tesoros por cierto y que de inmediato recogiste diciendo "presta".
   El resto de la noche no recuerdo si me contaste si bailaste mucho, pero si recuerdo que me dijiste que a cada rato mirabas en tu nuevo reloj para ver si ya estaba cerca la hora de volver a casa...

Conología



    No se si los recuerdos llegaban a tu mente de la nada, o tal vez los llamaba una imagen, un olor, una palabra; o quizá nunca se fueron, a veces pienso que siempre estaban dando vueltas en tu cabeza, hasta llegar a tu boca, y entonces salían de ella motivados por mi presencia. Entre nosotros nunca había silencio, tal vez un poco de silencio de palabras, pero siempre estabamos diciendonos algo, aunque sea con miradas, o con el pensamiento, pues frecuentemente nos preguntabamos: "Ya te había dicho verdad?, no?, entonces lo pensé! ". Siempre me contabas tus recuerdos, tus anécdotas, a veces chuscas y muchas otras dolorosas... y nunca hubo una cronología, simplemente así, como de repente llegaban. Por eso sería difícil para mi tratar de buscar un orden cronológico, o tan siquiera el orden en que me las ibas contando, por eso creo que es mejor escribirlas así, con el sólo orden que a mi mente vayan llegando.